Puede que cumplir los sueños sea morir un poco. Los sueños son la válvula de escape de una realidad que se eterniza en la monotonía de los días sin historia, sin esperanza, sin gloria. De ser así, todos los españoles morimos un poco aquel 11 de julio de 2010 en el mismo instante que Iniesta vencía al fin la pétrea resistencia holandesa. Un sueño se cumplía, nuevos retos nacían.
Toda una vida persiguiendo una estrella y un pecho henchido para lucirla. Es de oro y pesa tanto como la responsabilidad y el orgullo, la emoción y la certeza de que, ahora sí, la apuesta por la estética y el respeto al balón. España toca el cielo con las manos. La copa es nuestra y nadie la va a tocar. El fútbol nos abraza.
La selección española afrontó con valentía la cita más importante de su historia. Miró a los ojos de la 'Oranje' y asumió su papel de favorita con una entereza y una gallardía encomiables. No cabía especular porque sólo conocía un camino para alcanzar el triunfo. Fue así como La Roja se convirtió en el equipo de todos, de aquellos que anhelan una vuelta a los orígenes, cuando la inteligencia pesaba más que el músculo.
Y fuimos acumulando ocasiones al mismo ritmo que la tensión se disparaba y las pulsaciones se aceleraban; el corazón se nos iba a salir por la boca. Mientras, Holanda, la Holanda de Cruyff y Van Basten, Gullit y Neeskens, mostraba su cara más cicatera y hacía añicos su leyenda en pos de un triunfo que, gracias a Dios, nunca llegaría. Qué injusto hubiera sido...
Qué nervios, qué pasión, cuántos suspiros y cuántos silencios rotos; grito unánime de la desesperación de un país que se sabía destinado a la gloria. ¿Pero y si ésta no llegaba? 120 minutos para repasar la eternidad, soñar con la eternidad. Y el final que se acercaba, que no llegaba nunca. Hasta los penaltis se antojaban preferibles a tanto suplicio. Diez disparos al corazón y todo habría acabado.
Pero Iniesta tenía otros planes. Andrés no había dejado Fuentealbilla para conquistar Las Ramblas, iba a conquistar el mundo. Es difícil explicar las emociones que despierta una jugada vista ya mil veces. Arranca Navas, taconazo de Iniesta, Cesc, otra vez el 'Duende de Los Palacios', Torres, rechace en la frontal del área y... se para el mundo. Deja de girar. Literalmente.
Es inútil recordar el gol de Iniesta, la ocasión de Villa o la parada de Iker a Robben. Está todo dicho y, sin embargo, no podemos dejar de hablar de aquel día. De aquella tarde sudafricana en la que fuimos tan felices. '¿Con quién viste la final?', '¿cómo celebraste el tanto?', '¿lloraste?'. Son preguntas que se repiten una y otra vez, como una letanía interiorizada por la memoria colectiva de los españoles.
Tras abrazarnos a Jarque, España tuvo cuatro minutos para saborear el éxito que acompaña a la euforia contenida. Para emocionarse hasta el tuétano con el llanto de Casillas. Para prepararse para el éxtasis. Íbamos a ser campeones del mundo y la historia comenzaba. La Roja era una estrella más en el firmamento y, de momento, es la que más brilla.
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Salu2
Como abajo dice friz, también
Como abajo dice friz, también soy Méxicano, pero hoy por hoy España es la mejor selección mayor, muchas felicidades.
Aunque soy mexicano...
Felicito a España que fue digno campeón en 2010, y que sigue siendo hoy la mejor selección mayor.
Felicidades.
SalU2