Bueno, no quiero asustar con el título del Post... sencillamente es una manera de resumir una sensación, o más bien de definir una realidad que me llamó poderosamente la atención.

Por mi profesión me veo en la obligación de ser sumamente consecuente con mi manera de conducir (soy conductor) y por tanto, cuando estoy trabajando, debo abstraerme, completamente, de todo estímulo que pueda interferir en lo que hago, ya que un error puede costar muy caro. Por tanto si un "mamoncio" me la juega (y me la juegan muuuuchos todos los días) no puedo dejarme influenciar en mi estado de ánimo; éste debe ser pétreo, aunque cueste asumirlo. 

Sin embargo, hace unos días, y por una mera cuestión contractual, me vi "obligado" (XDDD) a jugar un buen rato a un juego al que jamás hubiese creído que me engancharía, el "Grand Theft Auto: Vice City Stories", que como todos sabréis es un juego que combina acción y conducción.

En el apartado de acción del juego poco puedo decir, la verdad, aparte de una temática absolutamente demencial que obliga a delinquir con total impunidad. No voy a juzgarlo, de hecho hasta me pareció gracioso el poder atropellar a la gente y observar cómo algunos se acercaban a ver el estado de las víctimas, lo cual no significa que sea trasladable a la vida diaria, ya que para eso son los juegos, para subvertir la realidad y disfrutar de algo que no se puede hacer siendo quienes somos; otra cosa es que el que juegue al GTA sea un narcotraficante, claro, entonces le parecerá hasta blando e insignificante XDD

Sin embargo sí que quería mencionar la extraña sensación que percibí (mi sensación; no tiene por qué ser algo generalizado) al conducir los vehículos del juego. El realismo es relativo, al menos en lo que se refiere a los accidentes, puesto que físicamente es imposible que un coche impactado a 100 millas por hora contra otro siga luego andando, claro, pero sin embargo sí que percibí que cuanto más jugaba más disfrutaba creyendo, e incluso interiorizando, que todo lo que hacía era posible hacerlo luego en la realidad.

Desde luego sé (más o menos) cómo se comportará un vehículo ante determinadas maniobras del piloto, y por tanto es en este aspecto en el que el juego, si no perfecto, sí que alcanza parámetros bastante realistas. Las embestidas de los vehículos policiales para hacer perder tracción al eje trasero, y así lograr el descontrol del vehículo, son bastante realistas, así como los derrapes controlados con freno de mano para cerrar el ángulo de giro al abordar una calle a alta velocidad. El caso es que después de tanta barrabasada "virtual" tuve que coger el coche. La extraña sensación que os quería trasmitir es cuán difícil se me hizo empezar a separar realidad de ficción durante los primeros minutos. De hecho incluso empecé a pensar en cómo debería afectar un juego a una persona cuando aún no está sólidamente establecida su personalidad, si algo tan simple como un jueguecillo de carreritas por calles con polis pisándote los talones me había, de alguna manera, desvirtuado por unos momentos mi realidad, más que asumida y previsible.

Quise analizar entonces por qué se criminaliza a los videojuegos, ante noticias que por desgracia muchos habremos oído: el famoso "Asesino de la Katana" que jugaba al FF VII, o la "Masacre de Colorado", protagonizada por dos fervientes jugadores de DOOM.

Es cierto que puede existir causalidad entre los videojuegos y determinados comportamientos patológicos; es innegable. Pero no es menos cierto que previamente a la acción de jugar (si lo vemos como coadyuvante a la agresión) se da el hecho de la patología, o psicosis, y por tanto no se puede culpabilizar al juego per se, sino al individuo en cuestión. Como ejemplo de esto: si yo me hubiese dejado llevar por aquella extraña sensación, y teniendo en cuenta que muchos piensan que los videojuegos son "malísimos" (por decir algo), yo tendría que haber empezado a hacer derrapes y embestidas por doquier, ¿no? Sería lo lógico si empleamos la teoría de los que criminalizan alegremente a los videojuegos.

Por tanto lo lógico es pensar que antes de trasladar a la realidad una fantasía, ya sea a través de un videojuego, un libro, una película o cualquier otra manifestación artística (que conste que considero a los juegos como un arte, al margen de opiniones mayoritarias) lo primero que hay que preguntarse es quién, cómo, por qué y en qué momento, y nunca simplificar el acto culpando a un solo factor causal, en este caso que comento a un videojuego.

Para acabar sólo decir que me gustó el GTA, al margen de su violencia implícita, por los muchos componentes "abiertos" que deja al jugador, que hasta cierto punto permiten un poco de "libre albedrío".

Un saludo a todos, y una vez más perdón por la tabarra que os doy XDDD